No quiero dormir

El adulto que tiene problemas para conciliar el sueño, se despierta varias veces durante la noche, adelanta su despertar sin voluntariamente quererlo, o duerme muy pocas horas. Es lo que conocemos como insomnio. El origen de este trastorno tiene una causa física o psicológica y su resolución depende de múltiples factores.
En el niño/a hasta seis años, los síntomas son los mismos, pero existen grandes diferencias, “quien” lo sufre no el niño/a, sino sus padres, no le ocurre nada físico ni psicológico que lo justifique, y el origen, en la casi totalidad de los casos, se encuentra en un mal aprendizaje de lo hábitos de dormir. Nos encontramos por lo tanto con que el factor clave es de tipo educacional. Algunos niños/as aprenden de forma natural, sin embargo, la mayoría necesitan claves concretas para aprender a dormir.

El cerebro humano contiene un “reloj biológico” que se ajusta al ritmo solar de 24 horas. Para que este reloj se ponga en marcha, necesita de unos estímulos externos. Estos son principalmente cuatro:
1. Luz y Oscuridad
Desde bebé, las siestas diurnas deben ser con luz y acostarse a oscuras durante la noche.
2. Ruido y Silencio.
Durante el día, el niño/a debe aprender a dormir con ruidos propios de su ambiente y, por la noche, el lugar de descanso debe ser tranquilo y silencioso.
3. Horario de comidas.
Aceptando el consejo práctico actual de comer a libre demanda durante las primeras semanas, al cumplir los cuatro meses, el bebé debe adquirir unas rutinas y establecer un horario de comidas y siestas.
4. Hábitos de comportamiento.
Principalmente son los que se deben de fomentar. Por una parte, la conciliación del sueño por sí mismo (sin mecerle, acariciarle,…) y, por la otra, la realización de algún ritual que le enseñe que llega la hora de dormir (bañarle, ver un cuento,…).
El educador infantil debe colaborar con la familia a facilitar estos estímulos externos cuando el niño/a realiza sus siestas diurnas en la escuela.

Siempre es importante conocer algunas fases evolutivas no patológicas por las que pasan todos los niños y se van resolviendo sin tener que darle mayor importancia.
Así, por ejemplo, a los 18 meses son típicos los despertares bruscos por los sueños y también el querer que la madre permanezca con ellos hasta la conciliación del sueño.
A los 24 meses, realizan rituales para alargar la despedida (piden agua, su juguete,…)
A los 3-4 años, tratan de evitar irse a la cama por norma.

ORIENTACIONES PARA ADQUIRIR BUENAS RUTINAS DE SUEÑO

  • Es raro que el niño/a aprenda por sí mismo, los adultos debemos facilitarle una correcta educación que les ayude a establecer rutinas.
  • Las dificultades suelen surgir cuando somos muy estrictos. Hay que tener en cuenta que cada niño/a tiene su propio ritmo de aprendizaje y, no siempre el mismo método de aprendizaje funciona con todos/as.
  • En el dormir, es el niño/a el que gana todas las batallas, ya que él no sufre y sí percibe el malestar a su alrededor. Por eso los problemas son de tipo manipulativo-conductual, o de ansiedad.
  • Recordar que el cansancio no facilita el sueño, sino que muchas veces los activa más, por lo que a los niños/as insomnes hay que proporcionarles actividades que les ayuden a relajarse.
  • Al ser un problema educacional, hay que tratarlo durante la vigilia, planteándonos como podemos ayudarle a aprender a dormir e intentando comprender qué es lo que intenta comunicar a través de su insomnio.





Un saludo del
Equipo Educativo de las E.I. “Peques School”